¿Estás pensando en venir a Muro? Buenísima idea. Aquí Mallorca te va a enseñar su cara más amable.
El municipio presume de playas larguísimas de agua transparente en plena bahía de Alcúdia, dunas protegidas, un parque natural lleno de vida y de ser un pueblito interior.
Y ahora vamos a contarte todo eso que hace que Muro sea una localidad tan auténtica y por qué debería estar en tu lista de próximos destinos, así como todas las actividades, lugares y sabores que harán de tu visita una experiencia inolvidable.
Tres encantos de Muro en Mallorca
Antes de entrar en detalles, quédate con este trío que define a Muro: una playa infinita, un parque natural y el centro del pueblo. Tres encantos que se complementan y te regalan días de sol, naturaleza y tradición de la buena.
#1 Casco histórico de Muro
El centro de Muro, en Mallorca, se caracteriza por fachadas con persianas verdes, portales abiertos, patios, alguna que otra casa señorial y un montón de tiendas y cafés.
El paseo por la ciudad tiene que arrancar cerca de la iglesia parroquial de Sant Joan Baptista, una imponente construcción del gótico tardío que tiene una torre campanario unida por un pequeño puente, un detalle que la hace inconfundible. Dentro tiene una nave única con capillas laterales, un retablo barroco y un órgano que quita el hipo.
A dos pasos, en Carrer Major, te espera el Museu Etnològic de Muro, instalado en una casa señorial del siglo XVII. Es el lugar perfecto para entender cómo era la Mallorca más rural. Aquí verás herramientas, tejidos, cómo era una cocina antigua y algunos de los patios. Si te tiran estos planes “a la fresca”, busca el convento e iglesia de Santa Anna y date un paseo por su claustro, merece mucho la pena.
Y no, no hay pueblo, municipio o localidad que se precie que no tenga un mercado semanal. Los domingos por la mañana es el turno de Muro. La plaza se llena de frutas y verduras de temporada, pan recién hecho, flores y un ambientazo de pueblo contagioso. Es el mejor momento para mezclarte con la gente, picar algo y llenar la mochila de recuerdos comestibles —y no tan comestibles—.
#2 La Playa de Muro, uno de los principales atractivos de la zona
La primera parada obligatoria si vienes a Muro en Mallorca es la playa que lleva el mismo nombre, un arenal paradisíaco.
Son kilómetros y kilómetros de arena fina y blanca que se pierden a lo lejos dentro de la bahía de Alcúdia. El agua es de color turquesa, poca profundidad durante los primeros metros y no vas a encontrar ningún tipo de corriente la mayor parte del año.
Cuenta con pasarelas de madera para llegar que salvan las dunas mediterráneas y que te llevan incluso mar adentro. No exageramos si te decimos que es una playa larguísima —unos seis kilómetros— aunque no muy ancha. Tiene varios sectores y muchas entradas para que no tengas que caminar demasiado para alcanzar la arena.
Y si ves posidonia en la orilla, no es suciedad; es la planta marina que hace que el agua esté así de limpia, por eso no se retira.
¿Y servicios? Tiene de todo: alquiler de sombrillas, hamacas, cajas fuertes —por si desconfías—, socorrismo, duchas y aseos.
Si eres atrevido, también puedes lanzarte a la aventura con las múltiples actividades acuáticas disponibles: paseos en pedaló —patinete acuático—, rutas en kayak, clases de paddle surf o sesiones de kitesurf, windsurf o esquí acuático.
#3 El Parque Natural de s’Albufera
A dos pasos de la arena tienes otro mundo completamente diferente, con canales que serpentean, lagunas tranquilas y un silencio que solo rompen las aves: el Parque Natural de s’Albufera.
Este es el humedal más importante de Mallorca y un lugar perfecto para cambiar el salitre por la sombra de los cañaverales.
Además, cuenta con un montón de observatorios de aves escondidos entre el carrizo. Desde aquí podrás ver un desfile de vida: garzas, anátidas, martines pescadores y libélulas.
Para visitarlo, acércate al centro de visitantes y pide el permiso gratuito antes de entrar; con eso en mano, puedes recorrer los itinerarios señalizados. La mayoría son llanos, cómodos y aptos para todas las edades.
Si te apetece llegar en bicicleta, el carril de la bahía te deja muy cerca y, ya dentro, recuerda que las normas son estas: no salirse de las pasarelas, no usar drones, no arrancar plantas y no molestar a la fauna.
A cambio, el parque te regala refugios de madera donde asomarte en silencio, una banda sonora de ranas y pajarillos y unos atardeceres de color melocotón que no vas a poder ver en ningún otro lugar del mundo.
En días ventosos o cuando el sol aprieta demasiado, s’Albufera es un plan B perfecto. ¿Aprovechas?
Qué hacer en los alrededores de Muro en Mallorca
Por su ubicación —al norte de la isla—, Muro es un excelente punto de partida para explorar otras joyas mallorquinas cercanas. A pocos kilómetros tienes la histórica ciudad amurallada de Alcúdia, con su encantador casco antiguo.
Y si te preguntas qué hacer en Alcúdia, empieza por pasear sobre la muralla, perderte por sus calles empedradas, asomarte al mercado y rematar con un helado en la plaça de Carles V; y, si el cuerpo te pide mar, súbete a un catamarán desde Alcúdia para bordear toda la bahía.
Hacia el interior, pueblos como Sa Pobla —famoso por sus campos de patatas— o Santa Margalidaconservan su ambiente agrícola tradicional y te regalan sobremesas largas entre vinos de la tierra y recetas de siempre.
Y si dispones de coche, en menos de 30 minutos puedes plantarte en el Puerto de Pollença o en el inicio de la Serra de Tramuntana para completar tu viaje con paisajes de montaña espectaculares.
Como ves, tanto en Muro en Mallorca como en sus alrededores es imposible aburrirse.
Gastronomía típica de la zona
Hablar de Mallorca es hablar de buena mesa, y Muro no es la excepción. La gastronomía local deleita a todos los paladares con platos caseros y productos de proximidad. En los restaurantes y cellers —tabernas típicas— de Muro en Mallorca podrás saborear recetas mallorquinas tradicionales como el arròs brut —un arroz meloso con carnes y verduras—, el frit mallorquí —fritura de carne de cerdo con patatas y pimientos, muy especiada— o el tumbet —un delicioso pisto de verduras con aceite de oliva—.
No faltan las clásicas sobrasadas y butifarrones artesanales, embutidos que forman parte del alma culinaria de la isla. Y para el postre, ¿qué tal una ensaimada espolvoreada con azúcar o un trozo de coca de patata esponjosa?
Con alguno de estos platos en el estómago ya puedes decir —alto y claro— que has probado la comida típica de Mallorca.
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